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Teletrabajo: una modalidad que llegó para quedarse

30 de abril de 2020
Gestión
Teletrabajo: una modalidad que llegó para quedarse

El contexto actual de confinamiento en los hogares producto de la proliferación del coronavirus generó cambios profundos en la economía de los países, pero particularmente en el sector laboral. Los trabajadores dejaron de asistir a las empresas para cumplir la jornada laboral presencial (salvo los trabajadores esenciales) por decisión de los gobiernos, algo que llevó a los directivos de las compañías a tomar riendas en el asunto para no dejar de producir.

De esta manera, el teletrabajo como modalidad de desempeñar las tareas laborales empezó a crecer y ser tendencia en las empresas. Pero para ello, las diferentes organizaciones debieron realizar adaptaciones varias, con los equipos de Sistemas a la cabeza, para garantizar el funcionamiento de esta forma de trabajar.

¿Qué es el teletrabajo?

El Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social de la Nación, lo define como “una forma de trabajo a distancia, en la cual el trabajador desempeña su actividad sin la necesidad de presentarse físicamente en la empresa o lugar de trabajo específico. Se realiza mediante la utilización de las tecnologías de la información y comunicación (TIC), y puede ser efectuado en el domicilio del trabajador o en otros lugares o establecimientos ajenos al domicilio del empleador.”

Sin embargo, para llevarlo a cabo, hay que tener en cuenta diferentes claves que permitan que el teletrabajo sea eficaz. A continuación, compartimos los cinco consejos que brinda Jon Messenger, especialista principal de la OIT en condiciones de trabajo, para lograr ese objetivo.

Es fundamental que los trabajadores tengan un manejo adecuado de las TICs que son las que los ayudarán a realizar las diferentes tareas, ya que el teletrabajo se basa en el uso de tecnologías para organizar el trabajo, comunicarse con el resto del equipo y almacenar archivos. Pero… ¿cuáles son esas herramientas?

Herramientas útiles para hacer teletrabajo

Dentro de las herramientas para organizarse se encuentran Trello, Asana, Active Collab, entre otras. Más allá de las particularidades de cada una, comparten las características de permitir un trabajo colaborativo entre los miembros de un equipo de trabajo, intercambiando proyectos y avances, asignando tareas, evitando el intercambio constante de correos y estableciendo una comunicación fluida.

      

Comunicarse es fundamental, y una manera de disminuir el aislamiento entre las personas es mediante videollamadas, sean grupales o entre dos personas. Dentro de este grupo podemos destacar a Skype, Zoom, Google Hangouts, Slack, Microsoft Teams, Google Meet y Whatsapp. Estas herramientas permiten no solo efectuar videollamadas sino organizar videoconferencias para espectadores, y así desarrollar capacitaciones laborales, cursos y reuniones.

                                     

Otras herramientas muy útiles son aquellas que nos permiten almacenar en la nube los archivos en los cuales hemos trabajado, para resguardarlos y evitar su pérdida. Google Drive, Dropbox, Mega y One Drive son los más populares.

             

¿Cómo es la situación del Teletrabajo en Argentina?

Según la encuesta llevada a cabo por la IAE Business School en abril de este año, en la cual participaron Gerentes y Directores de RR.HH de 111 empresas, el 65% de las mismas no realizaba teletrabajo, es decir el total de sus trabajadores desarrollaban las tareas laborales físicamente en las compañías. Sin embargo, producto del aislamiento obligatorio debido al coronavirus, ahora el 42% de ese porcentaje tiene a más de la mitad de sus trabajadores trabajando de manera remota. Y si hacemos referencia específicamente a empresas con más de 400 empleados, el 80% no tenían empleados remotos antes de la crisis.

iProUP detalla que en la actualidad hay 970.000 argentinos haciendo teletrabajo o "Home office". “De este total, 170.000 directamente "no pisan la oficina" o asisten muy de vez en cuando, mientras que los 800.000 restantes son teletrabajadores mixtos, un sistema que combina tareas a distancia con presenciales”, destaca.

                   

Los últimos datos oficiales son los de la Encuesta de Indicadores Laborales (EIL) del 2017 que recabó la cantidad total de teletrabajadores de empresas privadas que había en Argentina hasta ese año, dando como resultado 267 mil teletrabajadores por sobre un total de 3 millones y medio totales, es decir solo un 7,8% trabajaba desde el hogar hasta entonces.

                                   

Si hablamos de empresas, según la encuesta, hasta el año 2017, 1946 empresas privadas aplicaban la modalidad de teletrabajo, mientras que 62 mil no lo hacían. Los porcentajes eran de 3 y 97% respectivamente. Esa brecha se redujo con el desarrollo de las tecnologías año a año y sobre todo, con el contexto actual debido al coronavirus.

                                       

Los datos del año 2017 y los actuales permiten destacar el crecimiento que tuvo el teletrabajo en nuestro país en los últimos años. Los datos oficiales tienen una data de tres años, período en el cual hubo un gran desarrollo de esta modalidad de trabajo, pero principalmente en el 2020 con la propagación del coronavirus y la cuarentena obligatoria impuesta por el Gobierno Nacional.

¿Qué oportunidades tiene Argentina de potenciar el teletrabajo?

El informe “Evaluando las oportunidades y los límites del teletrabajo en Argentina en tiempos del COVID-19” desarrollado por el Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento (CIPPEC), revela las potencialidades del teletrabajo en nuestro país, es decir cuántos trabajos que son llevados a cabo de manera presencial pueden transformarse en remotos.

“El primer hecho estilizado que surge de nuestro análisis de teletrabajo en Argentina es que, en el mejor escenario, el porcentaje de trabajos que puede realizarse desde el hogar se encuentra entre un 27% y un 29% de los trabajos totales”, sostiene el informe. Sin embargo, aclara que si consideramos la cantidad de hogares que utilizan y disponen de computadoras, la cifra se reduce a 18%.

Esto quiere decir que de un total de 11,7 millones de trabajadores, entre 3,1 y 3,3 realizan trabajos que podrían llevarse a cabo desde el hogar, mientras que entre 8,3 y 8,5 millones no pueden hacerlo. La gran mayoría de esos empleos con posibilidad de ser remotos son aquellos de calificación profesional, mientras que las ocupaciones no calificadas tienen posibilidades mínimas.

¿Y en los otros países?

Si apuntamos la mirada al resto del mundo, los países que más desarrollado tienen el teletrabajo, según el informe de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), son Dinamarca y Suecia, y les siguen Países Bajos, Colombia, Japón y Estados Unidos.

Si nos enfocamos en Europa, el continente con mayor cantidad de teletrabajadores, Dinamarca, Suecia y Países Bajos están a la cabeza y luego le siguen Reino Unido, Luxemburgo y Francia, entre otros, como puede verse en el siguiente gráfico:

Como conclusión, podemos reflexionar que el teletrabajo es una modalidad de desempeñar laboralmente las tareas que llegó para quedarse. El contexto actual con el Covid-19 aceleró los procesos de cambio que venían gestándose lentamente y tanto empresas como trabajadores se están dando cuenta de las posibilidades que ofrece el trabajo remoto, sin descuidar los puntos débiles que tiene.

Autor

Mauricio Lirio

Departamento de Comunicación- Colegio Universitario IES Siglo 21.


El teletrabajo y su impacto en la subjetividad de los trabajadores. Una mirada desde RRHH

Por Lic. Agustina Terrera*

El trabajo tiene un papel central como organizador y articulador de identidad y sentido. Configura la vida cotidiana de las personas y se estructura como central en la construcción de la identidad.

De esta manera, al analizar esta nueva modalidad de trabajo (teletrabajo) es importante detenernos en los efectos y consecuencias que trae en la vida y subjetividad de los trabajadores, quienes ven redefinidos aspectos fundamentales de su vida cotidiana: tiempo, lugar, vida familiar y vida social.

En relación a la organización del tiempo, aspecto determinado por el trabajo concebido en la modernidad, el teletrabajo puede suponer una variación de los tres tiempos que regían las vidas de las personas: 8 horas de trabajo, 8 horas de descanso, 8 horas de ocio. Esta nueva modalidad de trabajo diluye las fronteras entre tiempo libre y tiempo laboral, al quebrantar también los límites del hogar y del trabajo, de la vida privada y la vida pública.

Asimismo, el uso de las TICs produce que los límites físicos establecidos por el trabajo moderno de la sociedad industrial, se expandan en el teletrabajo. Cuestionando los lugares de trabajo como entornos ligados a espacios físicos concretos. El teletrabajo permite que estos espacios se expandan en todos los sentidos: al hogar, a los espacios de ocio, a los espacios de paso. Cualquier lugar en donde haya acceso a la red es posible de transformarse en un espacio de trabajo.

Es evidente, entonces, que el teletrabajo implica nuevas dinámicas laborales. Los teletrabajadores y teletrabajadoras se enfrentan a diferentes actividades y temporalidades, combinando rutinas relacionadas con el trabajo y la casa. Intentando conciliar todas las tareas y diversos roles. Lo que implica que trabajadores y trabajadoras deban reconfigurar y negociar estas esferas: casa, trabajo.

Sin embargo, quizás el aspecto más nocivo del impacto del teletrabajo en la subjetividad de los trabajadores tenga que ver con la intensificación del trabajo: la dificultad en la delimitación de los tiempos de trabajo, que tiene que ver con el autocontrol necesario para el cumplimiento de objetivos. Intensificación del trabajo para responder a demandas que a veces son inmediatas.

Si bien a primera vista se podría pensar en una “ausencia de control de la actividad laboral”, que daría en el teletrabajador un sentimiento de autonomía y libertad, lo cierto es que el control comienza a ser interno. Hablamos de auto – control: el teletrabajador comienza a percibir su trabajo como una actividad controlada mayormente por sí mismo. La cuestión radica, entonces, en que se estructura una estrategia de control a partir de la adaptación del trabajador a los requerimientos de la demanda.

Es importante tener en cuenta que, si bien el teletrabajo aporta mayores niveles de autonomía y tiene potencial, puede también convertirse en una trampa, en la cual se intensifica el trabajo y se trabaja más. Una trampa en la cual se reproducen dispositivos tradicionales de división desigual del trabajo doméstico (la cuestión de teletrabajo y género no será abordada en este artículo, pero es importante mencionarla). Y donde las nuevas configuraciones (y límites) de espacio y tiempo deben ser negociadas y re pensadas.

*Directora de la Carrera de Recursos Humanos del Colegio Universitario IES Siglo 21.



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